miércoles, 7 de marzo de 2018


La capacidad de asombro
Prender una computadora y poder ver a los seres queridos que se ponen en frente de otra, se nos hace ya de lo más normal. Oír que hay guerra y que se matan por decenas llama la atención brevemente pero parece lógico.

Hablar de internet, de velocidad de transmisión son temas que a pesar que no lo comprendemos del todo, se nos hacen normales. La fecundación, la donación, el mapa de genoma humano y las consecuencias todo esto de novedades científicas que llegan a no asimilarse a veces ya no nos asombra.


¡Asombrémonos! Ya no nos asombramos

Vamos perdiendo poco a poco esa capacidad que genera de una manera tan directa a la creatividad: el asombro.

El asombro tiene por consecuencia que nos preguntemos el porqué de las cosas. A veces se encuentran respuestas y a veces no. Estos cuestionamientos nos permiten tratan de encontrar la verdad o esencias de las cosas y de las personas, nos permiten profundizar en lo que sucede a nuestro alrededor. Nos permite descubrir la bondad o maldad de los actos humanos, nos permite l final de cuentas el conocernos y comprendernos un poco más.
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La pérdida del asombro nos lleva a vivir de una manera superficial contemplado así pero sin tomar parte activa, se pierde consecuentemente la creatividad.

Uno de los éxitos de los grandes líderes es que no perdió esa capacidad de asombro, que nos permite conocer mejor su entorno. A veces en el trato con los colaboradores suceden conductas que si nos sorprenderían, encontraríamos las raíces de algunos comportamientos que afectan a nuestro entorno. La rebeldía es un ejemplo de estas acciones y no nos sorprendemos. Si lo hiciéramos encontraríamos respuestas como que los comportamientos son individuales y detrás de cada rebeldía hay una razón por descubrir y corregir.

La mediocridad y la perdida de asombro van de la mano porque la primer es una falta de profundización ya que pasan cosas por nuestras vidas y no nos detenemos a reflexionarlas.

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