La
capacidad de asombro
Prender una computadora y poder ver a los seres queridos
que se ponen en frente de otra, se nos hace ya de lo más normal. Oír que hay
guerra y que se matan por decenas llama la atención brevemente pero parece
lógico.
Hablar de internet, de velocidad de transmisión son temas
que a pesar que no lo comprendemos del todo, se nos hacen normales. La
fecundación, la donación, el mapa de genoma humano y las consecuencias todo
esto de novedades científicas que llegan a no asimilarse a veces ya no nos
asombra.
¡Asombrémonos! Ya no nos asombramos
Vamos perdiendo poco a poco esa capacidad que genera de una
manera tan directa a la creatividad: el asombro.
El asombro tiene por consecuencia que nos preguntemos el
porqué de las cosas. A veces se encuentran respuestas y a veces no. Estos
cuestionamientos nos permiten tratan de encontrar la verdad o esencias de las
cosas y de las personas, nos permiten profundizar en lo que sucede a nuestro
alrededor. Nos permite descubrir la bondad o maldad de los actos humanos, nos
permite l final de cuentas el conocernos y comprendernos un poco más.
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La pérdida del asombro nos lleva a vivir de una manera
superficial contemplado así pero sin tomar parte activa, se pierde
consecuentemente la creatividad.
Uno de los éxitos de los grandes líderes es que no perdió
esa capacidad de asombro, que nos permite conocer mejor su entorno. A veces en
el trato con los colaboradores suceden conductas que si nos sorprenderían,
encontraríamos las raíces de algunos comportamientos que afectan a nuestro
entorno. La rebeldía es un ejemplo de estas acciones y no nos sorprendemos. Si
lo hiciéramos encontraríamos respuestas como que los comportamientos son
individuales y detrás de cada rebeldía hay una razón por descubrir y corregir.
La mediocridad y la perdida de asombro van de la mano
porque la primer es una falta de profundización ya que pasan cosas por nuestras
vidas y no nos detenemos a reflexionarlas.
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